PREVENCION Y TRATAMIENTO DEL MAL DE ALTURA O PUNA
Sección Espeleología (1)
Por Martín Abarrategui (2)
En
este trabajo el autor desarrolla un tema de particular interés para la Fuerza,
dada la ubicación de algunos de los elementos de su despliegue. El aporte de
antecedentes científicos, históricos y sintomatológicos del mal investigado,
junto a las terapias en cada caso indicadas para su tratamiento, sugieren su
lectura y, de ser preciso, su aplicación.
E1 comportamiento del organismo humano en la altura, por encima de los 3.000 metros, ha interesado al hombre desde los albores de nuestro siglo.
Independientemente de la investigación fisiológica pura, dos actividades
humanas le han dado carácter de ciencia aplicada en el mundo: la defensa
nacional y los eventos deportivos. A fines de la década de 1940, los segundos,
al proporcionar prestigio internacional, pasaron a formar parte de los intereses
nacionales, e indirectamente de la defensa nacional.
Cabe mencionar aquí que en 1959, al llegar a su punto más candente el
conflicto que la India y la China sostuvieron por la posesión del Tibet, una
Brigada de Infantería hindú, trasladada abruptamente desde el nivel del mar
hasta los 5.000 m, perdió su operatividad, al sufrir algo más del 60 por
ciento de "bajas" por mal de altura (Indian Medical Research, tomo 2, 1960).
Nuestro país tiene una importante reserva minera estratégica en zonas de la
Puna, cuya explotación puede optimizarse, si se erradica el "mal de
altura". Lo mismo puede decirse sobre la actividad industrial, y la tan
redituable eclosión del ski y otros deportes de invierno, que necesariamente se
practican en zonas de gran altitud.
El "mal de altura" o "puna", como se lo denominará en este
artículo, presenta diversos síntomas que se trascriben en su totalidad, sin
que necesariamente se presenten todos ellos en el mismo individuo y con igual
intensidad.
Estos síntomas aparecen como respuesta de adaptación de los órganos más
sensibles, tales corno el sistema nervioso, riñones, corazón y pulmones a la
hipoxia (déficit de oxígeno en los tejidos). Sus manifestaciones son: dolor de
cabeza pulsátil en zonas temporales y occipitales; disminución de la velocidad
indeativa y de los reflejos; frecuente insomnio nocturno y somnolencia diurna,
taquicardia, hipertensión, hiperventilación y respiración periódica (Cheine
Stokes), marcado cansancio físico, náuseas y eventualmente vómitos.
A los efectos de esta publicación, sólo haremos aquí un sucinto resumen de
los mecanismos fisiológicos responsables de la antedicha sintomatología.
"A mayor
altura desciende la presión parcial de oxígeno del aire atmosférico. Esta
disminución estimula el corpúsculo carotídeo, dando como resultado
hiperventilación y pérdida excesiva de dióxido de carbono (respiración periódica
de Cheine Stokes), lo que determifia un estado de alcalosis gaseosa orgánica,
causante de todos los síntomas de "puna" Para neutralizar la
alcalosis se administra acetazolamida, utilizando la capacidad de ésta para que
descienda el pH por inhibición de la anhidrasa carbónica renal, con aumento
consecutivo de eliminación de bicarbonato y retención de iones hidrógeno.
"
Experiencia
realizada en Gendarmería Nacional
En la campaña de 1984, la Sección Espeleología de la Dirección de Inteligencia de Gendarmería Nacional vio severamente limitado su accionar, pues sobre los 3.700 m comenzaron a manifestarse en seis de sus ocho miembros, síntomas de “mal de altura”, “soroche” o “puna”.
Buscando ampliar
el panorama, se comenzó una encuesta entre el personal de la Institución,
concluyéndose en que aproximadamente el 70 por ciento de los miembros de la
Fuerza que son trasladados desde el nivel del mar hasta zonas de "puna”
sufren los síntomas del "mal de altura" durante un promedio de tres días.
Puede inferirse así que el Jefe de una Unidad de 100 hombres, que fuera
renovada a lo largo de un año, habría perdido 210 días/hombre de actividad en
su Unidad.
Asimismo, de la información recabada surge que patrullas de pequeño número de
componentes, aparentemente ya adaptados, fracasan en su cometido, al tener una o
dos "bajas” por enfermedad (puna), que los obliga a regresar a su base.
Finalmente, y no por ser menos importante, adviértase una real preocupación, que obviamente mina la eficiencia profesional, en aquellos miembros de Gendarmería Nacional que se trasladan a áreas de puna con su familia, y observan los muy molestos síntomas que sufren sus cónyuges, hijos y demás componentes del grupo familiar.
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Plano
geológico del Volcán Llullaillaco (Prov de Salta) donde se realizó la Expedición
de la Sección Espeleología de la Dirección Nacional de Gendarmería. |
La experiencia realizada en el volcán Llullaillaco, de 6.739 metros de altura,
en la Prov de Salta, se basó en el traslado rápido desde el nivel del mar
hasta los 4.800 m, con 12 horas de descanso a los 3.700 m (San Antonio de los
Cobres), de once hombres de distintas edades y condiciones físicas que
integraban la Expedición de Espeleología de la Dirección Nacional de
Gendarmería, y que habían sido estudiados clínica y bioquímicamente antes de
aquélla.
A los once miembros de la Expedición -seis integrantes de la Sección
Espeleología de GN, un Oficial del escalafón general y cuatro miembros del
Centro Argentino de Espeleología- se les administró acetazolamida a partir de
las. 72 horas anteriores al arribo a San Antonio de los Cobres, y durante cinco
días, que coincidieron con los trabajos entre los 4.800 y 6.000 m.
Las dosis administradas fueron de 250 mg cada 12 horas, suspendiéndose en las
últimas 36 horas antes del descenso, sin que en ninguna oportunidad se
registraran síntomas de "puna” remarcables. Pequeñas cefaleas en tres
sujetos cedieron rápidamente, con la administración de una dosis extra de
acetazolamida o de paracetamol.
Dos Suboficiales no adaptados a la altura ni medicados preventivamente,
presentaron evidencias de "puna" de diversa severidad, a las pocas
horas de llegar a San Antonio de los Cobres.
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Los integrantes de la
expedición. De izquierda a derecha: de pie, Dr Eduardo Zappettini (Geólogo),
Sr Pablo Puig (Espeleólogo), Sr Julio Goyen Aguado (Espele6logo), Dr Dick Adgardó.
Ibarra Grasso (Antrop6logo), Sr Horacio Casellas (Museólogo), Sarg Ramón
Figueroa, Sarg Oscar Ángel Zanek, y sentados, Lic. Eduardo Martínez (Geólogo),
Subalf Rubén Farias, Dr Alfredo Romanelli (Químico), Sr
Gustavo Cayaffo
(Espeleólogo) y Cbo Iro César Ramón Palomo.
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Dichos síntomas desaparecieron rápidamente
con la administración de acetazolamida. Uno de ellos siguió bajo control,
recibiendo 250 ing de esta droga cada 12 horas, sin presentar signos de
"puna".
Los exámenes clínicos
de los miembros de la Sección Espeleología no mostraron modificaciones
cualitativas ni cuantitativas relevantes, desde el nivel del mar hasta los 4.800
a 6.000 m, donde se realizaron los trabajos. No hubo aumento de los glóbulos
rojos, ya que esto sucede a partir de la segunda semana de permanencia en
alturas críticas (superiores a los 3.000 m).
Fueron observados grados diversos de fatiga en la altura, alrededor de los 5.800
m, después de un ayuno de más de 12 horas, y en general, luego de esfuerzos físicos,
que también la hubieran provocado a nivel del mar.
La baja temperatura ambiente por la noche hizo difícil el descanso, lo que se
solucionó mediante el uso de flunitrazepan. El único efecto secundario
observado fue un hormigueo en distintas zonas del cuerpo, que desapareció con
la administración de potasio.
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Campamento Base al pie del Volcán Llullaillaco (6739 m.s.n.m.) en la 2da Expedición del Centro Argentino de Espeleología en abril de 1985 |
Fue superlativa la contribución a este trabajo del Dr Miguel de Tezanos Pinto,
Director de Hematología de la Academia Nacional de Medicina, de la Cátedra de
Fisiología de la Universidad de Buenos Aires, y especialmente del Profesor Dr
Bernardo Lozada, que muy generosamente aportó toda su información sobre el
tema de "puna". Con idéntica dedicación, la Bioquírnica Alicia
Acosta efectuó en forma gratuita, en la ciudad de Salta, los exámenes de
laboratorio correspondíentes.
Conclusiones
Tras
la experiencia realizada, se sugieren dos líneas de conducta, a saber: a)Profiláctica;
b) Terapéutica.
a)
En los casos en que el sujeto sepa con cierta anticipación sobre su traslado a
una zona de puna, comenzar a administrarle acetazolamida en dosis de 250 mg cada
12 horas, tres días antes de viajar, y cinco días más en el lugar. La primera
noche es aconsejable asegurar un buen descan so mediante la administración de
aminofilina asociada con fenobarbital, que actúa como broncodilatador y
sedante. Puede administrarse en adultos un comprimido de 1 mg de flunitrazepan,
con cargo de devolución en caso de no consumirse, para quienes padezcan
insomnio el primero o segundo día.
b)
En individuos que debiendo responder a una situación de emergencia, se
trasladen hacía zonas de puna, comenzar a tomar acetazolamida en dosis de 500
mg cada 12 horas, desde el momento en que hagan sus aprestos de traslado y
durante tres días, reduciendo la dosis a 250 mg cada 12 horas, durante otros
cinco días en la altura.
Se han descripto síntomas de "puna" en personal ya aclimatado, los
que suelen desaparecer con una sola dosis de 500 mg de acetazolamida.
Los niños de más de 20 kg de peso podrán tomar acetazolamida en dosis de 125
mg cada 12 horas, con igual secuencia que los adultos. En caso de niños de
menor peso, se deberá consultar a un pediatra.
La acetazolamída debe usarse con precaución en el primer trimestre del
embarazo, y en caso de traslado a la altura crítica, de una mujer en dicho
estado, deberá consultarse con el obstetra.
Deberá proveerse de potasio, en cualquiera de las formas farmacéuticas, a los
titulares de elementos, para que lo administren a quienes sientan hormigueos o
calambres, que, por cierto, son el único efecto secundario observado en algunos
individuos, durante los días de administración.
No registra la acetazolamida ninguna dependencia ni antagonismo con otros
medicamentos.
Considerando que la menor presión atmosférica provoca un aumento en el volumen
de los gases, se evitarán los alimentos que los producen (porotos, lentejas,
garbanzos, coliflor, repollo, bebidas gaseosas, etc), 0 se los
neutralizará con cualquiera de los productos del mercado farmacéutico,
disponibles para esa sintomatología.
La técnica terapéutica sugerida puede contribuir a optimizar, en líneas
generales, algunos aspectos de la función pública del Gendarme, erradicando
una patología que, si bien difícilmente llegue a hacer peligrar su vida, puede
-y de hecho así ocurre- disminuir su eficiencia.
(1)
Dependiente
del Departamento Geográfico (Dir Icia).
(2)
El
Doctor Martín Víctor Abarrategui nació en la Capital Federal, el 04 de
Noviembre de 1942. Cursó sus estudios superiores en la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional de Buenos Aires, de la que egresó en 1967.En
1968 realizó cursos de posgrado en la,Universidad de Oxford (Inglaterra), sobre
Radioisótopos en Medicina. Es
especialista en Medicina Legal, y ex docente de la UBA. Se
desempefia, asimismo, como Perito Médico del Fuero Federal en los Tribunales de
la Capital Federal. Ingresó
a Gendarmería Nacional en 1984, prestando servicios actualmente en la Dirección
de Inteligencia (Departamento Geográfico, Sección Espeleología). Ha
realizado cursos sobre Medicina del Deporte en el país y en el exterior,
actuando como médico de diversos equipos nacionales e internacionales en
competencias de montaña. Miembro
del Centro Argentino de Espeleología
© 2003 Centro Argentino de Espeleología C.A.E.